La Juventud Como Fase Crítica de la Humanidad
Por Jaume Mesquida
16 · 11 · 21
La juventud como fase crítica de la humanidad

“Juventud divino tesoro”, estas palabras esconden algo más que la imagen idealizada de la juventud, de su belleza o energía. La verdad es que la juventud es un regalo para toda la humanidad, porque nos da a todos la oportunidad de romper el corsé de las generaciones anteriores y de explorar lo desconocido.

La juventud es una ventana entre los muros de la familia y la sociedad, que nos permite ver más allá. Se caracteriza por su apertura, así como la fuerza para la realización de sus ideales y visiones.

Los jóvenes con vuestros sueños, miedos e ilusiones sois la sociedad del futuro en estado naciente.

Y si observáis cómo son las relaciones que se producen con los mayores en los centros educativos, en casa, en el trabajo… podréis contemplar la forma en que estamos tratando al futuro. Observaréis si hay respeto por los ideales, por las ilusiones. Sabréis si hay ganas de colaboración, de construir y mejorar el estado de las cosas. Descubriréis si hay confianza o desconfianza, si sentimos miedo hacia lo que viene y representáis.

La familia gira en torno a la preservación de la vida, tiene que cuidar y proteger a las nuevas generaciones. La sociedad, con todas sus instituciones trata de salvaguardarse.

Ambos sistemas tienden a defenderse y a cerrarse en sí mismos. Los jóvenes, en cambio, con vuestra apertura y fuerza expansiva los cuestionáis y los ponéis en peligro, porque representáis lo desconocido.

La guerra intergeneracional.

La lucha parece inevitable, jóvenes contra mayores, la batalla eterna. Otro gran círculo vicioso, que no deja de tener su gracia, ya que los primeros fueron jóvenes y los segundos sobrevivieron debido al cuidado de adultos que formaban parte de la familia o de la sociedad.

La guerra intergeneracional
Imagen de Chris Sabor en Unsplash

¿No son los niños y los jóvenes, en su modo de ser y actuar, en gran medida, la consecuencia de las acciones de los adultos que les han criado en el ámbito de la familia y de la educación?

Entonces, ¿por qué nos escandalizamos del comportamiento de nuestras “creaciones”?

¿A caso nos cuesta a los mayores asumir la responsabilidad de nuestras acciones reflejadas en la juventud y la infancia?

¿Nos cuesta asumir el fracaso en la consecución de nuestros ideales juveniles?, y ante el dolor que nos causa, ¿preferimos olvidar que también fuimos jóvenes?

¿Podemos revertir este círculo vicioso?

¿Podemos tratar de averiguar veteranos y jóvenes lo que tenemos en común, y trabajar conjuntamente para lograr salir de esta lucha que agota a unos y frustra a otros?

¿Quién romperá el círculo vicioso?

Romper un círculo vicioso conscientemente implica que algún miembro de los que participan en él tiene que estar dispuesto a hacer lo imprevisible.  Debe actuar diferente y atreverse a entrar en lo desconocido, para realizar lo que de momento, solamente está en sus ideales y en su imaginación. Es una condición estar dispuesto a asumir las consecuencias de ir a contracorriente.

Visualicemos a un mayor que no se ha olvidado del dolor que le causaba esta lucha intergeneracional cuando él era joven. Un adulto que reflexiona desde su madurez y abre su mente y su corazón a las demandas de la juventud. Abierto al diálogo se dispone a escuchar el discurso y a observar las acciones y los anhelos de los jóvenes, y deja que el joven que él fue escuche a los jóvenes de hoy.

Sus reclamaciones le aportan luz sobre los actos a lo largo de su vida, y juntos descubren muchas más similitudes que diferencias. Así, aquello que les separaba se vuelve más pequeño, incluso ridículo.

La juventud como fase crítica de la humanidad
Imagen de Jordan Whitt en Unsplash

La reconciliación intergeneracional.

Bajado del pedestal de las idealizaciones, la juventud tiene la oportunidad de ver al mayor con toda su crudeza, con sus defectos y sus virtudes. Y él, agradecido de los tesoros que su vida le ha permitido cosechar, siente la necesidad de compartirlos con humildad y ponerlos al servicio de las visiones de las nuevas generaciones.

El niño, el joven, el adulto y el anciano somos el mismo en tiempos y espacios diferentes. Y en el fondo todos apreciamos cosas parecidas. Si mantenemos vivo el recuerdo de lo que hemos sido a lo largo de nuestra vida tendremos la ocasión de ser mejores padres y madres, abuelos y abuelas, ciudadanos y ciudadanas.

La juventud es una fase crítica de la humanidad porque tiene la capacidad, si los mayores os apoyamos, de hacernos mejores a todos.

¿Te gustaría poder compartir espacios con personas dispuestas a romper este círculo vicioso?

¿Cómo crees que sería tu día a día si los mayores con los que te relacionas tuvieran esa actitud hacia ti?

¿Consideras que afectaría a tu comportamiento el vivir en una sociedad con una visión intergeneracional?

¿Te gustaría compartir este texto con alguna persona que conoces?

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